REUNIÓN…
Por la celebración nocturna del cumpleaños de la madre de David, le propuso invitar a compañeros que más le simpatizaran para no aburrirse en el evento.
Ella le confirmó que asistirían tanto Néstor como Adalberto, dado que sus madres eran amigas suyas, así como invitó a Severino, considerándole una grata compañía para él… Algo que no le agradó en absoluto, mas guardó silencio.
En la noche asignada, los invitados se reunieron en el cuarto de David; ninguno entre sí se conocía, por lo que el anfitrión los presentó educadamente.
Luego de ello, Néstor comenzó a preguntarle a David cómo estaba, pues hacía mucho que no se veían… El segundo, bastante cansado, comentó:
—No jodas, nos vimos hace como dos semanas ¿esperas a vernos todos los días o qué chingados? Sobre todo tú y yo, que tan «bien» nos llevamos.
Adalberto,
perplejo, reconoció en su caso haber dejado de encontrarse por mucho, pero por mucho
tiempo, siendo ya hora de toparse ¿no?
—¡Huy sí,
qué emoción! —respondió David levantando los labios de disgusto―. La neta, no
entiendo qué hago aquí con Uds.
Más
mediador Severino, le pidió relajarse por ser momento de festejar y pasarla
bien entre todos; por igual, le extrañaba el dejar de verse por buen rato.
—¿Qué?, ¿acaso
ya olvidaste todo? —contestó David rechinando los dientes—. ¿Seguro que no has
recordado nada o te refresco la memoria?
Néstor se
dirigió a David para preguntarle qué opinaba respecto a los temas políticos de actualidad,
con tal no hacer denso el ambiente.
—¿Qué de
qué? —replicó él sorprendido por el tema―. ¿Por qué tengo que opinar sobre ello
o qué significa todo esto?, ¡ni siquiera le entiendo!
Risueño
Adalberto, le pidió mejor hablar sobre automóviles porque recién vio una
película que trataba de éstos, algo que podría interesar a curiosos en el
tema.
—¿Quién dijo que adoro estas chingaderas? —contestó David de mala gana.
Severino entró a calmar los ánimos entre todos, viendo a un Néstor con el ceño fruncido y a un Adalberto serio, por igual intentaba entender el comportamiento del anfitrión considerando que, quizás, sólo había tenido un pésimo día.
—¿Cómo que ya no recuerdas todo lo que sucedió entre nosotros? —exclamó David apasionado, harto de ciertas cosas―. ¡Ajá!, ¿todos con amnesia?
Contrariados los tres, comenzaron a hablar al mismo tiempo y, más que fastidiado David, exclamó: «¡Alto, tengo algo que decirles!, ¿me escuchan o qué?»
Néstor, tamborileando los dedos sobre el apoyo de la silla y un poco nervioso, pidió conocer por qué estaba tan encabronado, qué era lo que le afectaba…
David lo miró con detenimiento, alegándole no comprender ahora por qué se «preocupaba» por él e inclusive, ¿qué había hecho para ser llamado amigo?
—¿Qué
estás diciendo?, ¿estás bien güey o qué? —expuso Néstor alterado por las
palabras del anfitrión—. ¿Por qué dices que no somos amigos?
—Según tú,
¿por qué debo considerarte uno? —dijo David señalándole.
—¿Olvidas todo
lo que he hecho por ti?
—Otra vez,
¿qué has hecho por mí?
—¿De qué
hablas…?, ¡no logro entenderte!
El resto observó con pavor a David, como si no fuera él mismo y pidieron mejor mirar una película, jugar un juego de mesa o…
—¿Y si
mejor ahí la dejamos? —habló Adalberto angustiado—. Vamos, esto pasó hace mucho
¿qué caso tiene recordar lo ya pasado? Haz el paro, carnal…
—Sí, sí,
yo coincido… —palmeó Severino el hombro de David—. Lo que ya fue ¡ya fue!, es
mejor mirar hacia adelante ¿verdad? Entonces, ¿qué pedo?
Moviendo los ojos con hartazgo y cansancio, el anfitrión exclamó:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Más que interesado en conocer su dicción, por favor.