¿Propósito de visitar una nación
alejada de la civilización? Gastos incluidos, ¡claro es! ¿Qué tal la compañía?
La pareja, sí… así como su progenitora ¿cómo no?
Heaven and Hell: South Africa, es un libro de jornada —no al uso— de la autoría del novelista y fotógrafo estonio Keijo Kangur.
Un paseante sin nombre se dirige a Sudáfrica
en compañía de su pareja, la madre de ésta y el acompañante sentimental de la
última.
Cuando
los resultados van siendo inopinados —no del lado positivo—, ¿qué vendría a la
mente en paisajes yermos, desolados y exangües?
Principian
las lides entre la pareja, muchas de las veces ocasionadas —directa e
indirectamente— merced a la progenitora de ella.
¿La
contraparte ha actuado en contra de nuestro propio bienestar? ¿Sus defectos son
tan cáusticos que nos azuzan a la menor provocación?
¿Ha
dejado de atraernos tanto física como emocionalmente y sería momento de
persuadir sangre más flamante y venusta?
¿Sería
posible que una misma pareja pueda generar sopor, letargo, narcosis, reconcomio…
y sea mejor alejársele eviternamente?
¿Quizás
nosotros seamos el problema? ¿Somos altivos, elatos y no siempre percibimos de
nuestro ser lo que terceros sí desde lo extrínseco?
En rigor, ¿seríamos tan interesantes y linces como creemos ser? ¿Tal vez hemos sido un poco —o asaz— egoístas y no hay más cómo soslayarle?
Expuesto de otra manera, ¿pensamos no estar equívocos en nada de nuestras acciones? Y muchas veces, ¿no siempre disponemos de toda la razón?
¿Hemos
de admitir que no siempre es profundo disertar si el mundo posee sentido alguno
o no, el colectivo es gregario, la vida es exasperante…?
Aducir
que el clima es mortífero, ¿qué hay cuando nos saca ámpulas y una piel
resquebrajada que nos rememora cuán mortales somos en este mundo?
Para
paliar nuestros acíbares y sinsabores, ¿hartarnos de alcohol, azúcar refinado u
otros elementos para medianamente sosegarles en nuestra mente?
¿Qué mencionar cuando se está lejos de casa y
es una locación antagonista con nosotros al no pertenecer a su cultura, etnia,
segmento social…?
¿Por
qué tolerar a las suegras, las mamás de nuestras amadas o seres que en puridad
parecieren querer derruirnos sólo por no congeniar con sus ideales?
¿Hay
que aceptar a la familia de la otra parte sin más? ¿Qué tal el alejarse de los
miembros deletéreos que sólo nos acarrearían problemas?
¿Cómo
se definirían amor, unificación, lealtad, estabilidad… y cómo se fomentaría la
harmonía para perennizar por innúmeros años más?
¿Sería
una aserción que para reencontrarse a uno, habría que perderse? Para ello,
¿tendría que ser en un íngrimo panorama como el sudafricano?
Texto
de periplos que, con ironía y humor negro, amén de incorrección política,
manifestará quiénes somos nosotros en instantes vitales más caliginosos.
Asimismo, posee contenido explícito respecto a la intimidad de la pareja así como perspectivas sobre lo presenciado por el autor en aquella nación.
¡No olviden comentar, por favor! ¡Éxito en todo momento!
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