El cuento del autor noruego Kjell Askildsen de nombre Vaya puede leerse aquí; en este portal intitulado Ciudad Seva, prolifera material literario de calidad eximia. Es propiedad del autor puertorriqueño Luis López Nieves.
Acecinar y añejar, ¿qué serían
veramente? La biología evidenciará el cómo hemos tratado nuestra morfología,
respecto a la mentalidad ¿cómo tantearle?
Vaya de la autoría del cuentista noruego Kjell Askildsen, es un relato breve en lo tocante a la existencia misma, sus encuentros fortuitos y la vetustez.
Cabría
la probabilidad de no todos arribar a la ancianidad, quienes lo hagan lograrán
conocer en retrospectiva el cómo actuaron y si acertaron en elegir.
En
la veintena uno puede no dormir durante dos noches perennes y puede reponerse
raudamente, esto merced a su condición lozana ¿y privilegiada?
En
la treintena uno puede querer dormir con premura, quizás ya no se desvele
ahítamente y busque más permanecer en casa mirando alguna película.
El
ancianismo es un hecho, si solía serse un deportista y por azares del destino
hubo lesiones en el sendero, su actividad física descenderá poco a poco.
En
un mortal ya promedio, si antes pasear por el parque podía ser un placer,
quizás hogaño no sea más lo mismo y sea mejor sentarse a mirar el resto.
De
toparse con una amistad del pretérito, ¿por qué dejaron de frecuentarse y bajo
qué cánones? No hay rancores, ¡perfecto! Pero, ¿qué tienen que decirse?
En
esta vida hay que repletar el tiempo, las conversaciones baladíes imperan o
bien, pueden ser sólo aleatorias y por qué no: lenes.
Empero,
¿qué hay cuando una de las partes incomoda al contrario con alguna
interrogante? Séase personal, filosófica, sociopolítica, religiosa…
¿Qué
sentenciar cuando alguien ya no busca permanecer ahí con el otro individuo?
Algunas veces, un ápice de lo inopinado puede truncarlo todo.
En
rigor, ¿todos estamos en la saudade henchida? Expuesto así, ¿no nacimos para
inteligirnos el uno al otro y eso a qué se debería?
Cabría
la posibilidad de que, en ocasiones, ¿podamos exasperarnos por nimiedades y la
vida propiamente carece de sentido verídico? De nuevo…
¿Más
bien no hay nada por qué ver y sea mejor fruir del momento sin expectación
alguna? Eso sí, la compañía jamás será eternal…
No todas las vidas son sugestivas, ¿o tal vez
ninguna? Mejor expuesto, ¿todo dependería de la perspectiva individual y el
criterio con el cual se evalúa?
O de hecho, ¿todo es una figuración y una mentecatería pero nos engañamos a nosotros mismos creyendo que hay algo más allá de nuestra visión?
¡No olviden comentar, por favor! ¡Éxito en todo momento!
Otros cuentos del autor:
En la peluquería: Cuando ya nada resulta ser igual...: aquí
María: El circular del tiempo que desvelará todo...: aquí
Ajedrez: La vitalidad azarosa...: aquí
En el café: Sobrevida en retrospectiva: aquí
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