La vida es venusta, estará siempre en uno el mirarle del
modo acertado… ¿Sería una absurdidad? O quizás el público, en general, ¿se
autoemplea añagazas?
Suicidas del autor francés Guy de Maupassant, es un cuento el cual versa respecto a cómo siendo dineroso, en determinado intervalo nadie tendrá nada.
Habrá
holganzas por ahí, salió la novedad en videojuegos y habrá diversión para rato
o bien, sería momento de apreciar la serie digital del agrado colectivo.
Alguien
ha ahorrado y atesorado lo suficiente para emprender un buen periplo a
cualquier continente, su propio país o lo que fuere…
Platillos
advenedizos, probados en una feria culinaria o alguna exposición turística la
cual manifestará la relevancia de identificar culturas disímiles.
Probar
una plataforma virtual, hacer uso de lentes para simular otra realidad y
evidenciar que se aletarga quien quiere… Así puede uno perennizar, ¿no?
En un
momento de diafanidad, un helado casero y de sapidez unívoco, dejará de ser lo
más egregio del mundo o en rigor, ¿incordian los lazos humanos?
Buscar
un destino turístico distinto, ¿con qué directriz? Si todo lucirá igual que los
otros, ¿visitar un museo de la ciudad y de la otra…? ¿Restaurantes?
¿Qué tal
el ir por recuerdos? Artesanías por aquí, ¿pero todo terminará en el depósito
de basura? A su vez, ¿sería que las amistades no gustaron de ello?
Se
trataba de quedar bien con terceros, nada de eso significará nada y deberá
admitirse: no hay que ser mordaz con uno mismo, ¿qué hacer?
Puede
conocerse a otro viajante, en un inicio toda conversación será innovadora y
tiempo posterior, no habrá disimilitud alguna ¿por qué?
Todos somos
poseedores de una historia, ¿interesante para la otra parte? Inclusive, la
historia del resto ¿nos parecerá cardinal? Lo mismo, ¿sin objetar?
Postres
experimentales, sabores de frutas oriundas de naciones tropicales y, yendo
directo al punto, no habrá más que revisar en lo subsecuente.
No se tratará de usar un dentífrico distinto,
tampoco es cuestión de imaginar que todo puede ser lene; más bien, todo será
una pesadumbre en lo sucesivo.
Tal vez
no, ¿qué tal si es hora de contraer connubio con la pareja? Sería momento de
engendrar un retoño —o adoptarle, dependiendo de la circunstancia.
Ver por
la criatura, se desarrollará y emprenderá su propio vuelo; en casos precisos,
algunos progenitores serán acreedores al síndrome del nido vacío.
Aun
quedándose la descendencia a lado de ellos, ¿qué acontecería? La solitud estará
latente, presente y vigente por… ¿cuánto tiempo?
¿Alguna
vez se ha imaginado estar en otra morada, con otra familia o pensar si se
dedican a la albañilería, la alfarería, el arte…? De serse así…
Se
conjeturará y rumiará que, después de todo ¿sería iterar el mismo ciclo en
donde las cosas pueden carecer en sí de propósito? O, ¿no deberá ser así?
Escrito el cual, para sincerar, puede resultar algo caliginoso por su temática; no empeciente, ¿no la vida misma desperdiga sus claroscuros como tal?
¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!
Otros cuentos de autor:
Después: La oquedad en el individuo: aquí
¡Solo!: La tribulación de la solitud: aquí
¡Mozo, un bock!: La sustantividad tan discordante: aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario