Cada uno elegirá el cómo ejecutar su propio existir,
quien arbitre a aquél que no hace nada fructífero con su vida, será por pavura
a afrontar los hechos: la nada.
¡Mozo, un bock! del escritor y poeta galo Guy de Maupassant, es un cuento el cual aborda cómo uno tiene su determinado concepto sobre la jornada en sí.
A
laborar se ha dicho, ¿propósito? El sufragar los gastos de supervivencia
regular, de no tener que efectuarse entonces ¿nada de yantar y sí la defunción?
De ser
opulento, podría trabajarse por gusto… ¡Vaya, congratulaciones! Aun así, ¿qué
hacer durante todo ese tiempo con suma libertad?
Pasear
por el parque, conversar con un amigo o conocido en algún establecimiento, observar
a las aves volar y trinar… ¿Sin convicción para ello?
Sería
óptima idea el conocer a alguien, ¿acordar verse en un café para charlar,
trocar perspectivas sobre política o entretención, hablar de mascotas…?
Quizás
sólo baste conversar sobre sus propias pesadumbres, canguelos, desdenes,
enconos, frustraciones, saudades, pesanteces, zangarrianas…
Habrá quien fruya puramente de ingresar a una
taberna, ordenar toda clase de alcohol, potarle hasta el albor e iterarle en lo
posterior.
Quien
cometa tal acción, en puridad no afecta a nadie: no aflige a los vecinos, no
fastidia a alguien en la vía pública, no derruye la propiedad colectiva…
Empero, ¿cómo
sería que busca el pasar la existencia sin más? De acuerdo, no hay sentido en
organizar periplos o crear algo —una película, un poema…
No hay
porqué juntarse con nadie más, no vivir con una pareja —ni tenerla—, sea como
fuere ¿qué haría que alguien busque alejarse de la colectividad?
Un
acontecimiento puede modificar la vitalidad en alguien, unos conceptuarán que
todo es superable y está en uno el no yacer en el pretérito.
Por otra
parte, ¿quién dijo que cada ser siente de la misma forma? ¡Craso error! Cada
uno padece sus dolencias a modo propio, ¿cuál sería la razón?
Sería
abstruso el procurar elucidarle, puesto que hay infinidad de cosas sin
dilucidación y lo más seguro es: jamás logre conseguírsele.
Si
alguien prejuzga a la contraparte al evidenciar cómo derruye su propia vida por
medio de potaciones alcohólicas, ¿quién es para emitir tal «fundamento»?
Es más,
el que ese ser «moralizante» labore no tendrá la significación de mejorar al
mundo propiamente; de hecho, ¿a quién le importaría? ¡A nadie!
Una
película no te conmutará la vida, una novela literaria tampoco, una melodía no
te metamorfoseará en absoluto, ¿la religión hará algo al respecto?
El leer
filosofía en demasía, ¿mejorará la visión? Revisar más sobre ciencia, ¿hasta
dónde sería considerarle verosímil en todo? Acaso, ¿no tendría equívocos?
A estas
alturas y en la contemporaneidad, ¿por qué está luchándose? ¿Cuál es el papel
de la humanidad? Porque pareciere no tener una definición per se.
Más
bien, ¿la abulia ha señoreado en cada uno de los presentes y sea menester
autoengañarse de algún modo? Ver por ideales, creer en mitología…
Cuento el cual, entre líneas, albergará reflexiones en relación a la vida misma, papeles en la sociedad, marcas en el pretérito y éstas rijan nuestro ser.
¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!
Otros cuentos de autor:
Después: La oquedad en el individuo: aquí
¡Solo!: La tribulación de la solitud: aquí
Suicidas: El Sísifo intrínseco en cada individuo: aquí
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