Añagazas eviternas, todo para
justificar la existencia propia sobre este mundo y, para sincerar, siempre
buscando un propósito el cual sería ¿ilusorio?
El halo de la desesperación del novelista y filósofo mexicano Arik Eindrok, es un texto entre filosófico y poético sobre el papel del individuo ante la vida.
¿Qué
objetivo tendría el profesar una religión, creer en una deidad o más para
intentar inteligir el mundo en el cual todos nos localizamos?
¿Para
qué cursar una o más licenciaturas? Tarde o temprano, habrá de ganarse la vida
hasta esmorecer ¿y cuál sería el sentido de ello?
Distraerse
en intervalos exangües, ¿para no estar meditando en la vida correspondiente y
percatarse que no hay nada que persuadirse?
Nacemos,
crecemos, nos reproducimos y fenecemos… ¿Para qué traer descendencia a este
mundo? ¿Para creer que hay algo que hacer por aquí?
¿Qué
tal cuando termina un programa televisivo y/o digital? Hay que aguardar por la
siguiente temporada o buscar otro título, todo para entretenerse.
Máxime
si se mira de noche, ¿pavura a cerrar los ojos porque al día siguiente habría
que buscarse algo más que hacer? Y, ¿eso sería «vida»?
O
la ocasión de concluir tareas escolares, padecer el semestre y gemiquear porque
los trabajos finitos deberán entregarse ipso
facto… ¿Luego qué?
Solaces,
sí… En lo subsecuente, se requerirá realizar alguna que otra actividad
pertinente para pretender que está siéndose fructífero en este sitio.
A
irse de juerga que es fin de semana, se pasa un lene momento ¿para luego
retornar a casa y dormir? Sabiéndose que, ¿nada posee sentido alguno?
Juegos
de mesa en familia, ¡qué regocijo! Todos ríen, divierten, conversan, aplauden,
felicitan al ganador… A la postre, ¿qué quedó luego de ello?
¿Por
qué no desvelarse jugando videojuegos? No habría que dormir, pero eventualmente
habrá que hacerlo y de nueva cuenta ¿después qué?
Siguiente
melodía, nueva película, otra serie digital con buenas críticas o alguna que
atraiga la atención, bordar, tejer, buscar amistades a través de la red…
Laborar,
vacacionar, descansar, reposar, cantar, componer, recrearse… De algún modo u
otro, ¿no son distracciones para supervivir por estos lares?
O
bien, ¿de qué serviría mirar ante el espejo si no hay nada que hacer porque
seremos el mismo reflejo sempiternamente?
Cuando
se externa que debe cambiarse para bien y ser alguien laudable en la sociedad,
¿qué caso tendría? En rigor, ¿alguien nos memorará en el futuro?
Si
perilustres pintores, escultores, cineastas, músicos, escritores, dramaturgos…
obtienen calles epónimas, mausoleos y monumentos ¿no a la luenga son olvidados
de algún modo u otro? Es una realidad, ¿o duele admitirle?
Advertencia: Una lectura que, debe revisarse con primor y solicitud, puesto que sus líneas son para ponderar nuestro papel como individuos.
¡No olviden comentar, por favor! ¡Éxito en todo momento!
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