No siempre habrá que aguardarse por la ancianidad para las
retrospectivas, la mediana edad podría ser un buen exordio para ello y la
verdad: cancerará.
Para quebrar del novelista y cuentista estadounidense F. Scott Fitzgerald, es un relato el cual versa sobre cómo los equívocos pretéritos: traerán amargor.
Con
cierta normalidad, la educación encenta en la vivienda emanando de la progenie:
consuetudes adquiridas allí, ideas sobre determinados tópicos…
En la
parvulez, de poseerse una con cierta estabilidad emocional y económica, asistir
al centro de enseñanza sería su pura preocupación.
Durante
la mancebía, uno considera sentirse en el cénit de la vitalidad, no habrá
desvelo que disturbe el sosiego de cada individuo y la fiesta es casi eviterna.
¿Por qué
no irse a la urbe vecina para buscar más celebraciones? La noche es jovial,
sería bueno observar el crepúsculo el cual casi tornará en albor.
Al
titularse en la licenciatura, habrá que buscarse una empresa en donde uno pueda
realizarse profesionalmente hablando ¿a qué se aludiría con ello?
Habrá
docentes quienes puntualicen el relieve de cursar una maestría, a lo mejor un
doctorado o lo que fuere para permanecer vigente en el ámbito laboral.
Los
salarios, a persuadirles con los cuales puedan sufragarse los gastos
cuotidianos y adquirir un patrimonio como una morada, un terreno, vehículos…
En lo
tocante a la colectividad, ¿por qué no ser padre de familia? Alguien deberá
preservar el apelativo, ¿no es así? Para mayúscula efectividad, sea varón.
Madre
que no pueda engendrar, podrá adoptar… Aun así, ¿estará preparada para ese
papel y cuidará a la criatura como es debido?
Tal vez,
¿ella imaginaba otra cosa en su vida? O, por qué no, ¿quizás jamás se había
interrogado y cuestionado respecto a lo que quería para sí?
El padre
erró en la elección de carrera, algunas veces se percatará con antelación y
otras, ya cuando prácticamente se jubiló de donde laboraba.
De
inteligirle con premura, escudriñará si sería óptimo el enderezar su sendero
antes de que, por innúmeras circunstancias, esmorezca con congojas.
La
adultez arribará, de antes creerse en los Reyes Magos y/o Santa Claus, el ratón
de los dientes o lo que fuere, ahora uno apreciará la lobreguez del existir.
Hartas
cosas por aprender, ¿cómo qué? Puede estudiarse filosofía, ética, poesía,
cinematografía, coreografía, dramaturgia, corte y confección…
Todo sea
por apacentar el alma, el criterio, espíritu… En determinado momento, uno
comprenderá que no habrá ningún manual de supervivencia real.
Mejor
expuesto, cada individuo habrá de reconocer y hasta generar sus propias
herramientas para salir avante de cada situación que la vida designe.
Perdición,
naufragios y fiascos imperarán a la vista ¿hasta la fecha se cree que un lauro consta
puramente de preseas, trofeos, medallas…?
Cuando,
en rigor, esos objetos son de latón y ni siquiera valdrán algo para empeñarse
en un sitio dedicado a; es más, ¿a quiénes importarían?
Diplomas,
¿serán de utilidad como papel higiénico en dado caso? Significación de éxito,
¿peculio en demasía y mujeres presentes para el varón?
Las
ulteriores podrían estar en venta, maguer el hombre que crea lo último, para
sincerar, sólo pensaría con el falo y nada más ¿causa de pena ajena?
Éstas no
le importan al sujeto, paradójicamente ellas tampoco tendrán compasión de la
contraparte ¿a dónde se fue todo eso «digno de laudos»?
Para
ejemplificar, ¿una enfermedad terminal? Permanecería agonizante y desolado en
la cama del nosocomio, ¿por qué? La vida misma lo dictaminó.
Para la
dama en general, ¿dedicarse unívocamente a su profesión sería triunfal para sí?
En verdad, ¿lo sería? Acaso, ¿no habría algo más por ahí?
Unos más
explanan que no hay que arrepentirse de lo cometido, sino de lo no realizado…
¿Sería una aserción o podría ser una manera de autoengaño?
Aun dirigiéndose
a la zaga de la vocación, la genuina pasión profesional de elección propia,
habrá momentos en donde uno se cuestionará si ha actuado bien…
Algunos
vivirán bien pecuniariamente hablando, otros no y uno determinará sus
prioridades… Para entonces, ¿no habría reacomodo en el trayecto?
La
profesión de «ensueño», de no haber sido lo prefigurado, puede ser abandonada a
la postre y entonces ¿qué persuadir sin haber algo más allá de eso?
Relato el cual, con tersura, manifestará cómo en cada momento tomamos una decisión y hasta su debido tiempo, sabremos si escogimos bien o no.
¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!
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