domingo, 5 de enero de 2025

El pavo de Navidad: La largueza en cada ser

 

Zulian Yuliansyah, Pexels


El cuento del autor brasileño Mário de Andrade de nombre El pavo de Navidad puede leerse aquí; en este portal intitulado Ciudad Seva, prolifera material literario de calidad eximia. Es propiedad del autor puertorriqueño Luis López Nieves. 


Un año más aquí presentes, si bien la Navidad ha transitado ¿por qué no encentar con algo alusivo a ello? Máxime que, el texto es más que valedero... ¿A contar con su presencia, caro lector?, ¡muchas mercedes por su apoyo y atención, un amplexo! 



Algo dificultoso de ejecutar es el procurarse felicidad o, cuanto menos, momentos ininterrumpidos de ésta, en ciertas ocasiones por cuestiones familiares.

El pavo de Navidad del novelista y ensayista brasileño Mário de Andrade, es un cuento el cual versa sobre no ser o pensar en uno mismo.

En el hogar, uno es acreedor a determinada educación, donde uno será marcado por algo que no haga permisible el ver por el regocijo propio.

Cierta progenie no observará bien el jugar con videojuegos o la computadora, quizás potar té de limón sintético o un refresco…

Asimismo, algunas veces se antojará alguna rebanada de pastel o una hamburguesa con doble con carne, no obstante, puede no dispensársele.

De realizarse furtivamente el paladear ya sea una barra de chocolate o un caramelo macizo, existirá culpabilidad intrínseca por ello ¿en qué sentido?

En donde, por razón alguna, hará aparición la efigie de uno de los padres en la mente quien miraba pésimo el fruir de lo mundanal de la vida misma.

Habrá veces donde la descendencia acreciente con rancor, furor, exasperación… por desconocer lo que es hacer lo que uno guste.

Mejor expuesto, si a uno le apetece dirigirse caminando hacia la tienda de autoservicio en lugar de usar un vehículo propio o el transporte público ¿por qué privarse de ello? Por igual, el comprarse algo en el camino sin motivo aparente.

Allende, ¿imaginar el sólo estudiar licenciatura cualquiera unívocamente por complacer al padre de familia y no porque uno en verdad le anhele?

Un día la progenie deja de existir, los hijos no habrán más de escucharles o dejarse damnificar por lo que a los suyos les repateaba.

Si por alguna razón, uno de los sucesores no quería pasar el festejo de Año Nuevo en compañía de familiares y parientes, agora no se preocupará por ello.

Si otro quería fumar dentro de la morada sin recibir escarmientos o rapapolvos, lo mismo: libertad mayúscula para ello y nada más.

De padecerse tensión sobre la espalda y/o los hombros y que esto derivara en términos de salud que pudiesen generar una parálisis facial, pérdida de cabello prematura, un ojo túmido por la presión… eso formaría parte del pretérito.

Hora de vivir sin la culpabilidad mentada, donde uno se responsabilizará por actos propios y para entonces, se tendría la edad suficiente para asumirle.

Habrá veces en que sí sería posible dejar a la zaga aquellas evocaciones que distan de ser benignas para el individuo y no, no sería magín de uno u otro.

De alcanzarse ello, existiría un empiece disímil y se redactaría una historia que pueda adaptarse a las convicciones e ideas de uno mismo ¿entonces…?

Un texto el cual, engendrará una serie de cavilaciones sobre la educación en casa, si los padres poseen la razón en todo o no, si uno como descendiente deberá acatar lo que sus procreadores puntualizan o ejercer el criterio propio…

Lector, ¿comparte su perspectiva, por favor? Muchas mercedes por su atención, que goce de cabal salud y hasta la próxima. ¡Un amplexo, éxito!


¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura! 



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