Cuento a leer, aquí; El Cuento Revista de Imaginación, fue fundada por los escritores mexicanos Edmundo Valadés y Horacio Quiñones. La página principal de la publicación está aquí, por favor.
Su exordio se debió en el año 1939, reanudando labores hasta 1964 y cesando su circulación hasta 1999, un medio el cual divulgó la narrativa tanto latinoamericana como de otras naciones.
Durante el año 2016, sus números íntegros fueron digitalizados para permanecer a disposición del lector ecuménico. Caro lector, conceda parte de su valeroso tiempo para explorar la revista, misma la cual dio a conocer -sobre todo al lado hispano- autores como la brasileña Nélida Piñón, el nipón Abe Kōbō, el egipcio Naguib Mahfouz...
Un medio de harto relieve no sólo para México, sino para el resto del globo terráqueo. Más en una época donde la tecnología distaba de ser avanzada. ¡Un amplexo, éxito!
Sempiterna interrogante que puede no tener responsión,
¿qué diantres es felicidad y por qué se le imbuye harto? Habría que admitir que
esto no posee sentido…
Felicidad insensata es un relato breve del autor de oriundez rumana Eugène Ionesco, el cual aborda cómo el término en su título no es explicable.
Hay que
ir a la zaga de la pasión propia, derivando en no sentir que se labora, porque
sería paragonarle con estar a solaz eviterno.
A estas
alturas, de querer efectuarse bien una función, se le considerará un trabajo y
de querer ser reconocido, con mayúscula razón se le tomará en serio.
En un
momento dado, el reconocimiento se materializará en diplomas, trofeos,
medallas, preseas, placas… No obstante, ¿qué perennizaría?
Uno es
un egregio actor de series digitales, otro es un director cinematográfico de
harta relevancia, uno disímil es un empresario de éxito…
Más
adelante y a su debido tiempo, las funciones se tornarán consuetudinarias,
mismas que podrían no tener más reto para continuarse contento.
O, de no
ser lo ulterior, lo que alguna vez importó quizás ya no retome su cauce genuino
y ¿cómo observarle como la prima vez?, ¿sería posible lograrle?
Lo que
otrora era un pasatiempo, hogaño es un laborío; verbigracia, ¿amaba verse
películas de toda índole? Agora se trata de reseñarles profesionalmente.
Lo mismo
con libros, melodías… o bien, ¿qué tal elaborar pasteles para toda ocasión por
fruición? De volverse una pastelería, ¿agur diversión?
Porque
de conseguirse ser loada por los consumidores, el mantener la calidad mentada
se tornará en tensión ¿cómo? Puesto que así es la vida.
Más allá
de ello, ¿uno quería ser dineroso? Lo consigue, ¿en lo subsecuente? Ahora se
dedicará a la filantropía, empero ¿qué tal encarnarle?
Porque,
para sincerar, inclusive eso de ayudar al prójimo puede representar un negocio
para terceros con intereses sibilinos, no axiomáticos para todos.
Forjarse
metas, ¿eso sería la resolución? Cualquier actividad, así sea del auténtico
agrado del practicante, de ejercerle en demasía le producirá lasitud.
Quien
posea admiradores, ¿imaginar a toda hora recibir mensajes de texto, vía
mensajería instantánea, redes sociales… donde dicen laudarle y respetarle?
Eso sí,
¿qué tan verídicos serían como admiradores? Descontando por supuesto ¿a los
fanáticos quienes sí podrían zurrar y lesionar al sujeto en cuestión?
Porque
todo se vuelve cansino al recibir letras como «te amo, eres lo máximo», «tu
trabajo me cambió la vida» o símiles, siendo ¿todo verdad?
Yantar a
diario pollo frito, allende de no ser salutífero, tarde o temprano aburrirá
hasta el más «satisfecho» con aseverar que eso jamás le extenuaría.
Tener un
canal en una plataforma cualquiera, acrecienta su prez… En un momento no tan
imaginado, buscará el anonimato en pos de permanecer en paz.
Es más,
ese mismo individuo a la postre, termina siendo olvidado y puede no resentirle;
aun así, ¿buscará ser relevante para mantenerse ocupado en lo que sea?
Innovación
perpetua, ¡eso es! No empeciente, toda novedad en cierto lapso permutará en
rutinaria ¿para volver a pasear en la misma rueda incesantemente?
Relato
breve el cual, a decir verdad, podría no ser del agrado de quienes siempre
consideren que todo es imaginario y es mera cuestión anímica el resolverle.
Para el lector con criterio, fruirá de su ironía y sorna sobre las actividades que más adoramos y a su vez, el sentimiento latente de producirnos animosidad.
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