El cuento del autor israelí Etgar Keret intitulado Romper el cerdito puede leerse aquí; Nexos, revista sobre cultura y periodismo, hizo asequible la divulgación del texto aludido.
Habrá veces donde uno, al juntar cierta cuantía de
peculio, se percatará el que ya es posible adquirir esa apetencia, para a la
postre nada ser igual de nuevo.
Romper el cerdito de la autoría del novelista y cuentista israelí Etgar Keret, es un texto breve el cual versa sobre un párvulo y su alcancía de cerdito.
Un día
uno buscará conseguirse la novedad en consolas de videojuegos, el más avanzado
teléfono celular disponible en el mercado…
Quizás
alguna playera de un personaje señero alusivo a dibujos animados de cualquier
nacionalidad, novelas gráficas, más videojuegos…
Se generarán ahorros a través de mesadas dispensadas por la progenie, quizás laborar durante los fines de semana ayudando en el negocio familiar…
Algunos tendrán una alcancía de la efigie gustada, otros inclusive recibirán el apoyo de sus padres para abrir una cuenta bancaria…
Sea como fuere, en un propicio punto, lograrán cumplir su proeza de reunir la cantidad anhelada y ansiada para concederse el gusto propuesto.
Al conseguirle, ¿qué acontecería? ¿La ventura sería eviterna y no existirían más objetivos planteados en lo sucesivo? Más bien, ¿sería falaz pensarle así?
Focalizarse en un solo objetivo, tarde o temprano, podría suscitar efectos frustráneos al vislumbrar que no todo es una vereda directa y sin segmentaciones.
Un párvulo adquiere el videojuego de su predilección, lo concluirá desvelándose y al completarle como es debido, no habrá más para éste.
Externado de otra forma, ¿qué acaeció? ¿Cabría la posibilidad de pensar en el siguiente título, tal vez buscar otra cosa que sacie el alma propia o qué más sería?
Forjó un
interés por mercar títulos cinematográficos complejos de conseguir o ediciones
limitadas, se logra su obtención y ¿qué perennizaría?
En la existencia se compagina un eslabón de sucesos en donde sobresaldrán innúmeras lecciones de vida, elecciones a contemplar…
Determinadas veces, habrá oportunidad de valorizar el relieve del ahorro u otros pensarán algo pletóricamente disímil… Verbigracia, ¿el café matinal en una cadena trasnacional con logo verde imperante y algún postre suyo sin frescura?
Ciertos
miembros del colectivo rumiarán que es una necesidad para encentar su día,
otros pueden considerarle una cantidad para costear un preciso producto básico,
completar para el recibo de electricidad y/o el agua…
Unos
buscarán contratar todas las plataformas digitales existentes en su país de
ubicación, otros más a penurias contarán con un televisor digital —en el mejor
de los casos— para mirar los programas de señal abierta asequibles.
Algunos
ahorrarán para vacacionar en un destino célico, otros para yantar en un
establecimiento que rara vez pueden sufragar…
Unos más
caerán en la cuenta de que preocuparse por cumplimentar objetivos hedonísticos,
puede repercutirles en el sentido anímico lo cual conllevaría a depresión,
ansiedad, encono o ¿tal vez dentera hacia otro mortal?
Mejor expuesto, ¿por qué estragarse por lo material y valdría la pena el abocarse a ello ahítamente? No sería negativo cumplir un antojo.
Más bien, ¿el focalizarse en ello al grado de preterir seres amasios contiguos, preocuparse más por la descompostura de su artificio sin enterarse que pueden perderse cosas de magna valía y no tienen que ver con metales?
Asimismo, ¿qué se aprehende en el trayecto, la moraleja es sempiterna o en determinado intervalo todo es olvidable y hay que revivirle perpetuamente?
Cuento el cual, entre su parvulez y su candor, emitirá una cavilación sobre qué es lo material, cuándo lo psíquico y espiritual, si hay lecciones vitales o no…
Lector, ¿comparte su perspectiva por favor? Reciba un amplexo, que goce de cabal salud, jamás claudique en sus proyectos y hasta la próxima.
¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!
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