lunes, 23 de junio de 2025

El arte de ser valiente: Alguien tenía que explanarle...

 

Mike Bird, Pexels



Cuento a leer, aquíEl Cuento Revista de Imaginación, fue fundada por los escritores mexicanos Edmundo Valadés y Horacio Quiñones. La página principal de la publicación está aquí, por favor.

Su exordio se debió en el año 1939, reanudando labores hasta 1964 y cesando su circulación hasta 1999, un medio el cual divulgó la narrativa tanto latinoamericana como de otras naciones.

Un medio de harto relieve no sólo para México, sino para el resto del globo terráqueo. Más en una época donde la tecnología distaba de ser avanzada. ¡Un amplexo, éxito!



En efecto, no necesariamente los cides pululan en capítulos históricos o se aboquen sólo a salvar a los desamparados de los siniestros… ¿Qué tal en la vida diaria?

El arte de ser valiente del autor estadounidense Art Buchwald, es un cuento breve con humorismo en lo tocante a decir lo que uno piense sin llegar al dicterio.

Uno es vegetariano y cada día preserva más su ingesta, su hermana le ofrece un pedazo pequeño de carne de cerdo ¿razones? Porque sólo debe probarle y ya.

En un exordio, ella le incide hasta que él, medianamente azuzado, le replica: «¡No quiero comerlo, no me interesa y no tengo por qué hacerlo!, ¿entendiste?».

Ésta mascullará y se retirará de su haber; otro expondrá no inteligir la perspectiva del cineasta greciano Theo Angelopoulos, ¿eso cómo sería?

Venustas imágenes, sonidos evocables, residencias morriñosas y añorantes, un cine asaz personal… para en lo subsecuente, no comprender algo a prima vista; volverá a revisarle y pues, ¿qué explanar sobre ello?: «Sigo sin entender nada.»

A natura, alguien le manifestará con cabreo: «¡Pues claro, ese cine sólo es apto para quienes sí nos gusta cultivarnos y no mirar estupideces en Netflix!».

¿Importará o no la opinión del postrero? Lo harto estimable será, el admitir no comprender en absoluto la obra del autor de La eternidad y un día, ¿a abominar a quien unívocamente sentenció su vero sentir y sólo eso?

Otro incidente será cuando, de visita en otro país, alguien recorrerá una tienda de artesanías para llevarle a sus seres propincuos e, interrogando sobre los precios, querrá saber cuál sería el último y especial para éste…

La expendedora anhelará saber cuál sería su procedencia, él replicará «mexicano», y la responsión de la primera será: «Con razón, el precio es fijo.»

Se le incorporará un compañero de viaje y al saber lo acontecido, el reciente puramente responderá: «Así son las cosas aquí, ¿por qué no pagarlo y listo?».

Uno más por ahí entre la colectividad, hablará sobre potaciones alcohólicas, damas que pasean por el parque, si nadie voltea a verle…

El receptor, meditabundo, dirá así: «¿Tal vez sea momento de pensar en otras cosas, buscar nuevos horizontes y dejar de lado esta clase de inanidades?».

Durante una visita en una tienda de autoservicio, hará aparición una promotora ofreciendo un nuevo producto: un cereal con aspecto no asaz apetitoso.

Se avecinará a un joven cruzando entre los pasillos, le ofrecerá la muestra gratuita y él, al observar lo presente, dirá «no, gracias»; si bien la señorita no emitirá apóstrofe alguno, sí le torcerá la boca y su mirada ígnea será más que axiomática.

En otro lado, una señorita de apariencia afable, se avecinará al potencial cliente en cuestión para ofrecerle una tarjeta de crédito de cierto establecimiento.

La responsión del susodicho será gentil: «No gracias, no estoy interesado y disculpe la molestia»; la dama, al escucharle, sólo mirará hacia arriba con rancor, apretará la quijada y retomará su lugar para intentar atrapar a posibles usuarios.    

Un dúo de implicados hallados en continentes disímiles, ansían conocerse un día y, de hacerlo permisible las circunstancias, forjar una relación seria.

En las diversas letras electrónicas que se envían, ella le expresará:

«Me gustaría que fueras más juguetón, algunas veces siento que eres un poco aburrido, y se trata de que nos divirtamos más en el proceso ¿qué dices?».

Éste, rumiando sobre lo leído, le retornará:

«Tienes razón, lo entiendo… Ya que andamos de sinceros, tus correos electrónicos por lo general son, pues, con el debido respeto, vacuos y sin sentido.»

La fémina, no tomándole a bien, se despide con «pues no vuelvo a enviarte nada más maldito malagradecido, mejor me largo» porque…

Bueno, algunas personas consideran que determinadas cosas, deberán resguardarse en lo más recóndito del alma y demás, ¿con qué objeto exponerles?

¿Qué puntualizar ante ello? Se tratará de vivir en «harmonía» entre todos… Porque eso sería una sociedad, ¿no? Maguera, alguien por ahí buscará quebrantar el canon y, de hecho, se requerirá mucho más que ahínco para ello. ¿Corolarios?

Escrito el cual, con punzadura cómica y bufo hacia las consuetudes del colectivo, evidenciará cómo en algo tan cuotidiano ¿es intrincado decir lo contrario?

¿Cuál sería su perspectiva, caro lector? No olvide plasmarle, por favor. Éxito, que todo marche miríficamente en su vida y hasta la próxima lectura.


¡No olviden comentar, por favor! ¡Éxito en todo momento!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Más que interesado en conocer su dicción, por favor.