Un lugar para
todos hay, puramente siendo cuestión de rebuscar… Para sincerar, quizás sea
momento de admitir que, no todos lograrán conocer esa donosura.
Frownland (2007) es un largometraje dirigido y escrito por el estadounidense Ronald Bronstein, le protagonizan Dore Mann y Paul Grimstad.
Versa sobre un individuo dedicado a
expender cuponeras al cambaceo con fines caritativos, así como identificar su
vida cuotidiana y ¿anodina?
En este mundo no existe la
perfección —lo que eso signifique—, cada individuo será acreedor a defectos,
virtudes, enconos, exultaciones…
Existen innúmeras personas
quebrantadas en lo intrínseco, manifestando carestía de empatía y mucho menos ser
peritos sobre la definición de socializar.
Perennalmente habrá un individuo el
cual padecerá dificultades para comunicarse con el mundo exterior y, a natura,
carecerá de inteligibilidad hacia sí.
No hay constricción para comprender
al contiguo, empero, ¿por qué acibararse de no existir apoyo humano cuando uno
mismo la recusa al contrario?
Siempre estará aquél que crea
conocer sobre el mundo, aseverando el que se trate de aparentar seguridad… ¿En
verdad?, la realidad dista de ello.
Por eso las apariencias son quiméricas, en determinado lapso, sea del agrado colectivo o no, difuminarán y ¿qué quedaría para quien las vestía?
Se abominará al tartajoso, a quien no consiga hilvanar bien una frase y el asunto no tendrá que ver con padecer algo alusivo al retraso mental, no…
Más bien, precisa al inseguro, movedizo, vacilante, dubitativo en demasía… Aquél que, por hartos intentos que ejecute, tartaleará al grado de alejar a la contraparte y que esta no busque retornar a esa compañía.
Empeorará en su haber de ser
acreedor a espasmos, contracciones, tics… y, de nuevo, la otra parte le
prejuzgará en lo más furtivo de su mente.
No por ello, quien se comporte como
el postremo, será eximido de críticas… De hecho, será quien más medroso sea a
lo que terceros expongan sobre éste.
Por supuesto, ¿para qué escuchar
problemas ajenos? Con los propios bastará, no empeciente, ¿qué decir cuando se
trata de un blindaje emocional?
Frente a uno habrá alguien
frangible, lábil, endeble, alicaído, desmadejado, casi exánime… Será mejor
eludirle, ¿para qué tolerarle sin motivante aparente?
Aun así, ¿el reflejo evidenciará lo
que es uno y será peor que lo albergado por el retrato de Dorian Gray? A la
postre, nadie querrá verle ¿correcto?
Tocante a la solitud, ¿qué tal
cuando se habla solo en voz alta? No tendrá que ver con insania o demencia,
sino el sentir de forma alguna la palabra de un tercero para expresar las
emociones propias, las mismas preocupaciones vitales…
A reiterar, ¿mal vistos ante los
restantes? Algunos disimularán con las novedosas inteligencias artificiales,
¿qué tal dialogar con un ser vivo?
Defenestran a quien no se adapta al
colectivo, lo paradojal será que, quienes criticastros sean, en puridad, son
los más temerosos de jamás hallar su lugar… Nadie es intocable, todos somos
perecibles y ¿a nadie importamos?
Película la cual, con lobreguez en su imagen y sufocación en sus locaciones, exteriorizará cómo todos ¿nos detestamos de alguna forma y jamás lo aceptamos?
¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!
¿Dónde conseguirle y/o mirarle?
Prime Video (EE.UU.): aquí
Entrevista al director (inglés):
Bleak Moments (David Lowery, Filmmaker): aquí
Crítica sobre la película (inglés):
Not just a smile... (Roger Ebert, RogerEbert.com): aquí
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