domingo, 11 de mayo de 2025

Frownland: La normalidad quimérica

 


Ficha técnica: aquí 


Un lugar para todos hay, puramente siendo cuestión de rebuscar… Para sincerar, quizás sea momento de admitir que, no todos lograrán conocer esa donosura.

Frownland (2007) es un largometraje dirigido y escrito por el estadounidense Ronald Bronstein, le protagonizan Dore Mann y Paul Grimstad.

Versa sobre un individuo dedicado a expender cuponeras al cambaceo con fines caritativos, así como identificar su vida cuotidiana y ¿anodina?

En este mundo no existe la perfección —lo que eso signifique—, cada individuo será acreedor a defectos, virtudes, enconos, exultaciones…

Existen innúmeras personas quebrantadas en lo intrínseco, manifestando carestía de empatía y mucho menos ser peritos sobre la definición de socializar.

Perennalmente habrá un individuo el cual padecerá dificultades para comunicarse con el mundo exterior y, a natura, carecerá de inteligibilidad hacia sí.

No hay constricción para comprender al contiguo, empero, ¿por qué acibararse de no existir apoyo humano cuando uno mismo la recusa al contrario?

Siempre estará aquél que crea conocer sobre el mundo, aseverando el que se trate de aparentar seguridad… ¿En verdad?, la realidad dista de ello.

Por eso las apariencias son quiméricas, en determinado lapso, sea del agrado colectivo o no, difuminarán y ¿qué quedaría para quien las vestía?  

Se abominará al tartajoso, a quien no consiga hilvanar bien una frase y el asunto no tendrá que ver con padecer algo alusivo al retraso mental, no…

Más bien, precisa al inseguro, movedizo, vacilante, dubitativo en demasía… Aquél que, por hartos intentos que ejecute, tartaleará al grado de alejar a la contraparte y que esta no busque retornar a esa compañía.

Empeorará en su haber de ser acreedor a espasmos, contracciones, tics… y, de nuevo, la otra parte le prejuzgará en lo más furtivo de su mente.

No por ello, quien se comporte como el postremo, será eximido de críticas… De hecho, será quien más medroso sea a lo que terceros expongan sobre éste.

Por supuesto, ¿para qué escuchar problemas ajenos? Con los propios bastará, no empeciente, ¿qué decir cuando se trata de un blindaje emocional?

Frente a uno habrá alguien frangible, lábil, endeble, alicaído, desmadejado, casi exánime… Será mejor eludirle, ¿para qué tolerarle sin motivante aparente?

Aun así, ¿el reflejo evidenciará lo que es uno y será peor que lo albergado por el retrato de Dorian Gray? A la postre, nadie querrá verle ¿correcto? 

Tocante a la solitud, ¿qué tal cuando se habla solo en voz alta? No tendrá que ver con insania o demencia, sino el sentir de forma alguna la palabra de un tercero para expresar las emociones propias, las mismas preocupaciones vitales…

A reiterar, ¿mal vistos ante los restantes? Algunos disimularán con las novedosas inteligencias artificiales, ¿qué tal dialogar con un ser vivo?

Defenestran a quien no se adapta al colectivo, lo paradojal será que, quienes criticastros sean, en puridad, son los más temerosos de jamás hallar su lugar… Nadie es intocable, todos somos perecibles y ¿a nadie importamos?

Película la cual, con lobreguez en su imagen y sufocación en sus locaciones, exteriorizará cómo todos ¿nos detestamos de alguna forma y jamás lo aceptamos?

Lector y espectador, ¿su opinión al respecto? Muchas mercedes por su atención, que goce de cabal salud y un amplexo. ¡Éxito, hasta pronto!


¿Comparte su perspectiva, por favor? ¡Muchas mercedes por su lectura!



¿Dónde conseguirle y/o mirarle?


Prime Video (EE.UU.): aquí



Entrevista al director (inglés):


Bleak Moments (David Lowery, Filmmaker): aquí



Crítica sobre la película (inglés):


Not just a smile... (Roger Ebert, RogerEbert.com): aquí



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