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Cuento de mi autoría paseante por diversas convocatorias literarias, siendo acreedora a nada y lo veramente relevante aquí sería, este texto fue el que hizo permisible el establecerme en el mundo literario cuando con honestidad estuve a nada de abandonarle. Sin más, prosigamos por favor.
PERDEDORES ANÓNIMOS
Treinta años… treinta años… ¿Acaso
debo sentirme en la senectud? Para los débiles intelectuales, probablemente; me
es risible tal interrogante: se es viejo o joven por pensamiento y la esperanza
cesará cuando uno fenezca.
Nunca es tarde para direccionarse a otro carril, donde uno puede encontrar su felicidad; siempre hay alternativa, mas no cualquiera cruza el umbral para tornarlo en realidad.